The Godfather - Francis Ford Coppola (1972)
La vida pasa y volver a un clásico es siempre una sorpresa. Ya hay una entrada de El padrino en el blog pero no me resistí. Todo el mundo sabe que la película se basa en el libro de Mario Puzo, pero no sobra hacer la anotación ya que cooperó con el director para hacer el guión. Vi esta cinta en preparación para hacer un programa del Tronco Común y quedé fascinado como nunca antes. Mientras la veía, pensaba todo tipo de cosas, como que El padrino pudo haber inspirado el título de Cuatro bodas y un funeral (1994), porque hay dos bodas, un bautismo y un funeral. Bobadas así. Sin embargo, comenzar con una boda y enmarcar los asuntos en ritos sociales es una genialidad. Primero porque es así que los humanos recordamos nuestras vidas. Es decir, las historias familiares se bordan alrededor de las celebraciones y las tristezas. Es cuando los humanos se reúnen para mostrar su entrenamiento social. En la escena inicial, Vito Corleone concede favores en la boda de su hija y regaña a su visitante por no ofrecerle el respeto y amistad. Ya hay un espacio significativo entre la legalidad y la justicia. La vida en Gringolandia y las ideas de los italianos inmigrantes. A Vito no le interesa el dinero, hace favores que le ganan lealtades y poder. En el modo de pedir está el dar. Los modales resultan igual de importantes en la firma de la paz. Para ello se necesitan testigos, son ellos quienes dan la garantía del pacto, los que miran son parte importante del trato, lo avalan. Es en esa asamblea que Vito detecta al verdadero responsable de la muerte de su hijo gracias a su comportamiento. Michael confirma la información en un funeral. El hombre es un ser social, así que la interacción con otros revela cosas que se callan.
Otra genialidad es que el avatar de Frank Sinatra se presente a pedir la intervención de Vito para obtener el protagónico de una película. Es hermoso el tejido que incluye a Hollywood en las redes del poder. Aunque se involucra en plan de víctima, el cine no está fuera del tablero. El cine puede devolverle la voz a un cantante. El productor explica sus razones para negarle el personaje. Hay orgullo de por medio, no es un capricho. Hubo un daño que resulta imposible reparar.
La película se mueve así, con motivaciones que tienen que ver más con el orgullo familiar que con el negocio. Es cierto que los Corleone están en contra de la droga, les parece peligrosa y quizá esa negativa inicial a verla como un producto más, esa intención de detener el cambio, es contraproducente. Su actuar es visto como tonto conservadurismo. Ellos desean conservar las cosas como están. Es lo que todos hacen cuando el escenario es favorable a sus intereses. Si no eres parte del cambio estás contra él y las probabilidades están en tu contra. La familia está acorralada.
Sin embargo, hay un factor especial que inclinará la balanza. Michael es un militar de carrera, está preparado, tiene educación y aunque nunca sabemos en qué consistió su preparación, pronto da muestras de saber lo que hace y de tener el carácter para llevarlo a cabo. Y la escena del restaurante es tan genial y tan importante como la apertura con Marlon Brando y el gato. En ambos casos podemos ller los pensamientos del protagonista. El elenco es de miedo. Al ya mencionado Marlon, le acompañan Al Pacino, Robert Duvall, James Caan, Diane Keaton y la hermosa Simonetta Stefanelli.
El único pero que le pongo a este filme es la golpiza que Sonny brinda a su cuñado Carlo, se siente ligera, falsa, como si un niño fresa no quisiera ensuciarse los zapatos, pero quizá esa es la idea. Sonny sabe que no encontrará resistencia y juega a hacer el malo. Me gustaría saber si fue planeada así. Además, Sonny es el mejor nombre de todos. No hay otro nombre como ese. Sonny evoca al sol, a la felicidad, al primogénito, al hijo mimado. Puedo escuchar en mi mente la canción Sunny.
Un detalle que debo confesar es que estudié italiano por éste y otros filmes de organizaciones italianas. Me fascinaba escuchar sus diálogos, me intrigaban. Nadie era tan elegante, poderoso y sexy como un mafioso hablando italiano, con un traje bien cortado hecho a medida conduciendo uno de esos autos que ya no se hacen. Podías llevar al guarura en el estribo, no tenía que sentarse a tu lado.
Nada que yo diga cambia la historia, EL PADRINO es un clásico, quizá la mejor película que se haya filmado. Música, vestuario, guión, viaje a Sicilia, todo perfecto. No lo digo yo, lo grita el mundo. Es una tragedia y es el camino del héroe. Es el reemplazo familiar, es la intimidad de una conversación entre padre e hijo y de la receta de pasta de la abuela. (Ab.)
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