Joker: Folie à Deux - Todd Phillips (2024)
Había escuchado muchas críticas negativas de Guasón 2: Folie à Deux, pero sentía curiosidad. Cuando la subieron en Max, decidí verla y la primera media hora me pareció difícil pero aceptable. Poco a poco comenzó a sentirse muy pesada y ya en pleno juicio me obligó a dormir. Debo haberme dormido 10 minutos y desperté para ver cómo sale Arthur de la corte y termina la cinta. No me quedaron ganas de ver lo que me perdí. Además dudé sobre hacer una reseña. La hago porque: 1) no soy fan de DC; 2) no esperaba nada; 3) me senté con ganas de que fuera buena y poder defenderla. Supongo que aburrir es lo peor que puede decirse de cualquier cinta. Un filme puede ser ridículo como Barbie (2023) y provocar polémica, ser un desastre como Nutcrackers (2024) pero conservar tu atención. Pero si te duermes es porque lo que ves en pantalla no logró atraparte, no te molesta ni te gusta, no te habla. Joker 2 insiste en cortar todos los puentes y provoca desinterés. Creo haber entendido la intención del director y reconozco que la selección musical fue grandiosa, incluso sentí que los números musicales ponían en imágenes el delirio de Arthur. Es posible que los musicales sean buenos, pero más de dos horas de lo mismo, sin contraste emocional a paso lento es demasiado. La película necesitaba un editor valiente. Alguien que la hiciera ágil y le cortara varios tramos.
Al inicio, la secuencia de animación explica de qué trata la cinta. Un hombre luchando contra sí mismo. Arthur debe decidir si es un asesino; o tiene dos personalidades: a) un hombre bueno y triste golpeado por la vida, y b) Joker, un líder social capaz de comenzar una revolución que mató para poner el ejemplo.
Me encanta la idea de que Arthur niegue estar loco y acepte la responsabilidad de sus actos. Pero resulta incongruente con sus alucines amorosos. ¿Está medicado o no? ¿Los antipsicóticos funcionan o no? Lee Quinzel es una fan tóxica que a ratos existe y a ratos es producto de la activa imaginación de Arthur. Pero resulta que el tipo sostiene que no es un enfermo mental y asume su defensa legal. Antes debió juzgarse el estado mental de Arthur, era necesario declararlo competente pero no sucede. El filme dió el brinco. Arthur es un solitario atormentado que decidió atender los dictados de su parte animal. ¿El espíritu ético que lo obligó a hacerse responsable salió del medicamento?
Quizá por eso los fans, al interior (Lee incluida) y al exterior de la cinta, se sienten traicionados. Arthur no es el Joker, no es ese hombre que quiere ver el mundo arder para devolverlo a ceros. No hay delirio de grandeza, es pura frustración, es un berrinche, es un hijo de mamá poco inteligente que quiere sentirse amado.
Posiblemente esta historia era justo lo que necesitaba Joaquin Phoenix para escapar del personaje y el estudio, tal vez Todd Phillips no quería ser obligado a hacer una tercera parte. Pero la película, aunque ingeniosa y minuciosamente elaborada, aburre y debería ser vendida como remedio contra el insomnio. (Ab.)
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