Cindy la Regia - Catalina Aguilar Mastretta & Santiago Limón (2020)
No vi en el cine CINDY LA REGIA, apenas la ví en Max y todo el tiempo me pregunté: ¿por qué me recomendaron esto? Dos advertencias: 1) Esta cinta es para apagar el cerebro y pasar un buen rato. Es superior al promedio, pero si no te gustan las comedias románticas mexicanas, ésta tampoco te va a gustar; 2) Cassandra Sánchez-Navarro construye un personaje agradable (Cindy) que mantiene la película a flote, pero no se libra del carrusel de clichés. La cinta se ajusta a la estructura del viaje del héroe. Tenemos a la chica fresa de Monterrey como protagonista, su padre es un ranchero que salió de la pobreza y ahora tiene mucha lana, su madre es una señora guapa. La trama se parece bastante a Nosotros los Nobles (2013) pero sin hermanos. El novio de toda la vida le pide matrimonio y ella se va de espaldas, eso detona la aventura. Cindy huye a la terriblemente naca Ciudad de México. Gracias al cielo, su mentora y prima lesbiana Angie (Regina Blandón) la envía a una entrevista de trabajo con Martha Debayle que, en un inesperado giro del guión, la contrata como asistente del fotógrafo y la pone en contacto con los solteros más cotizados del país. Ella busca novio entre dichos solteros pero sólo el más odioso le interesa.
El empleo de Cindy consiste en ayudar al fotógrafo Mateo (Giuseppe Gamba). En realidad, él la recomendó para el trabajo porque le gustó desde que la vio. Así que coquetean y construyen una relación que excede lo laboral. Para que Cindy tenga un choque cultural completo, Angie, Mateo y Mercedes (Isela Vega) la activa abuela progresista, la llevan a los antros más folclóricos de la ciudad. Ella crece y se adapta a las nuevas circunstancias con ayuda de su familia y amigos. Cometerá errores pero superará todos los obstáculos para finalmente volver a Monterrey siendo una mejor persona. El final se siente traicionero porque nos deja la idea de que se casará con Mateo, pero el mensaje es positivo y claro: la vida no es sólo casarse.
Giuseppe Gamba, Diego Amozurrutia, Regina Blandón y Martha Debayle hacen el oso. A Martha se le perdona porque no es actriz, pero a todos los demás no. Nicolasa Ortíz Monasterio destaca por la sobriedad de un personaje que aparece poco y dice poco pero resulta clave. Diana Bovio, cuyo desagradable personaje tiene el ingrato trabajo de hablar sólo para soltar chistes, intenta pasar desapercibida, pero no lo logra. Espero que le hayan pagado bien.
Por otra parte, el retrato de la Ciudad de México es una tristeza. Aunque sus directores nacieron en la Ciudad de México, no tienen interés en mostrarla y la reducen a antros. No hay espacio para el Palacio de Bellas Artes, el Zócalo o algún museo, ni las rejas de Chapultepec visita el fotógrafo.
Hace unos meses un chico que fue a estudiar a Canadá me preguntó cuál seria el primer lugar al que llevaría a un extranjero que visita esta ciudad. Contesté que el Estadio de los pumas, él puso cara de decepción y abandonó el tema. No lo culpo, no sabe que significa ese estadio. Para empezar, Ciudad Universitaria es un espacio abierto y agradable tan grande que tiene su propio clima y que en 2007 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El estadio fue sede de los Juegos Olímpicos de 1968, así que es posible observar el pebetero, sus gradas y la pista de tartán desde fuera. El famoso arquitecto Frank Lloyd Wright lo llamó el "edificio más importante de la América Moderna". Además, en el frente, bajo el pebetero, puedes ver el mural relieve de Diego Rivera: La universidad, la familia y el deporte en México. Por si no fuera suficiente, basta cruzar la calle para admirar la Torre de Rectoría (decorada con obra de David Alfaro Siqueiros) y la Biblioteca Central (decorada con el enorme mural Representación Histórica de la Cultura de Juan O`Gorman). Todo este rollo para subrayar que la imagen de la CDMX en la cinta es de pena ajena. No extraña que Cindy se regrese a Monterrey. (Ab.)
Reseña dedicada a Berenice, mi única amiga regiomontana, y a Daniel.
Está buena, la Cindy es un cliché absoluto pero te sorprendería lo aspiracional que resulta ser una esposa trofeo de San Pedro con acento fresa para cualquier clasemediera wanabe de Torreón. La serie en Netflix también vale la pena.
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