Mary Poppins Returns - Rob Marshall (2018)
Yo nunca ví Mary Poppins (1964). Apenas unas horas antes de ir al cine conocí un par de números musicales y me parecían hasta cierto punto extraños y terroríficos. Entiendo que la mezcla con animación, en el momento de su estreno, significó un gran avance para la industria y que la música marcó a una generación o más. Yo simplemente nunca tuve oportunidad de verla o si la tuve no quise hacerlo. Aunque mi madre cantaba el supercalifragilístico espiralidoso yo no supe de dónde había salido; en los setentas no había internet y las películas viejas eran de difícil acceso. Quizá por eso, fui a ver esta película sin expectativas, incluso un poco prejuiciado por la idea de que se trataba de una nana mágica. Iba tan sin ganas y sin información que no esperaba un musical. Los musicales, salvo Chicago (2002), no son de mi agrado. Sin embargo, el viaje al pasado, a un Londres donde el alumbrado público no era eléctrico, me pareció interesante. Conforme avanzó la película, me fue conquistando.
Emily Blunt no es mi favorita, pero me pareció que su personaje rescataba el Julie Andrews o la impresión que yo tenía de esa Mary Poppins y que ella era perfecta para el personaje. Su vestuario y poderes, al estilo de cualquier hada madrina, eran muy retro y me parecieron muy elegantes. Emily Mortimer tiene una cara de ratita que me gusta, así que verla fue un punto positivo. Ben Wishaw tiene mi respeto por haber hecho El perfume (2006) aunque no sabe llorar. Lin-Manuel Miranda hizo buen trabajo a pesar de que su rostro me cae mal.
Rápidamente encontré el objeto que sería buscado toda la película, lo cual me desanimó un poco, y comencé a descubrir las cosas que se estaban imitando de la Mary Poppins original. Subir por el barandal, el reflejo autónomo, el perico del paraguas, etc.
El número de el baño, el de la reparación de la rueda de carreta y el de la portada de los libros me parecieron estupendos. No me importó que los subtítulos arruinaran la letra, ya que la traducción pierde mucho en su afán de rimar. Si sabes inglés, te recomiendo poner atención a la versión original.
Todo iba bien hasta que llegó el número del ajonjolí de todos los moles, la señora Meryl Streep. Su número me pareció metido con calzador. Aunque los mensajes del mismo son relevantes, el número rompe con los anteriores y me pareció que poco faltaba para que salieran a bailar los Umpa Lumpas.
Después todo fue en picada. Un número de faroleros que parece interpretado por el Cirque du Soleil pero copiado de Stomp. Allí la historia se pierde y para cuando todo se arregla a mí ya no me importaba un pepino.
El número de Angela Lansbury ya de plano me pareció un fastidio y casi podía dibujar por dónde pasaba el lazo que llegaban amarrado a alguno de los pies. Además para colmo parece que Mary decide tan sólo hacerse a un lado y dejar que la vida de lo Banks siga su curso. Cierto, esa actitud es madura y hasta congruente, pero se va sin despedirse y eso me hizo pensar que Mary teme a la intimidad y que no aprendió nada de su aventura.
Creo que el filme es para los mayores de cuarenta y repelerá a muchos. Si yo lo hubiera visto hace unos diez años lo hubiera odiado de principio a fin. Hoy me parece que fue un trabajo espectacular que no logró el mismo nivel en todos los números y que descuidó la historia en su afán de imitar a la original. El Regreso de Mary Poppins es un trabajo interesante y atrevido que se pasó de tueste. (Ab.)
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