Marnie - Alfred Hitchcock (1964)

Encuentro un paralelo en la creación del mito de la rubia psicótica entre Marnie y Repulsión (1965). Supongo que Polanski admiraba a Hitchcock y quiso hacer su versión de Marnie. Quizá el psicoanálisis estaba de moda y todo el mundo leía sobre los traumas ajenos. No lo sé. Ahora estas películas se sienten viejas. No dije malas, sólo viejas, anticuadas. Buscar el motivo para que una joven desagradable se convierte en ladrona, no parece muy interesante. Creo que el director se dio cuenta y por eso puso en voz de su protagonista una línea que delata que su esposo está igual de loco. La historia es la de Marnie,  interpretada por Tippi Hedren, ella busca trabajo en el área de contabilidad de las empresas para poder robarse el efectivo que guarden en la caja fuerte. La contratan por guapa, digamos que es así que se gana la confianza de sus empleadores. Un hombre, Sean Connery, la reconoce cuando llega a su empresa a solicitar empleo. Él tiene curiosidad y ella mala memoria. La mujer aplica su modus operandi y ejecuta el robo sin problema. Pero Sean la busca, la encuentra y la obliga a contar la verdad.
La idea es que poco a poco descubramos el pasado de Marnie y el hecho que marcó su mente. Hoy, el tema parece agotado ya que ha sido motivo de muchísimas copias, pero supongo que en 1964 fue innovador. De cualquier manera, el síndrome del San Bernando, ese asunto del hombre que intenta sanar a la loca, nunca pasa de moda. Pero aquí es llevado al extremo, el fulano se casa con la maldita, le soporta muchas babosadas, la cuida y la apapacha. 
No sabemos qué tonterías trae Sean en la cabeza para invertir tanto tiempo, dinero y esfuerzo en una mujer tan complicada. Ni siquiera hay buen sexo de por medio. Sé que Hitchcock se obsesionó con Tippi, pero la verdad no era para tanto. 
A pesar de todo, la película está tejida con la mano diestra de Hitchcock. Así que las dos horas se pasan volando. También resulta interesante ver la cejas depiladas y el maquillaje del 007 que luce super extraño. Quizá lo que más disfruté fueron las escenas de Diane Baker que olfatea a la zorra desde que llega. 

Hitchcock vendía la historia como una cacería. El hombre atrapa a un animal salvaje. No lo encuentro romántico. Incluso parece perverso que el interés de él parezca motivado por la virginidad y el rechazo. Vencer a la mujer, domesticarla. No comparto esa idea. Dice mi padre: A la fuerza ni los zapatos entran. 
Esta idea de que la mujer es nefasta porque hay un trauma en su vida, puede ser cierta, pero no es un buen motivo para escoger pareja. Quizá si estudias psicología te sirva de conejillo de indias. Siempre hay un roto para un descosido.  Si el amor es un carrusel, en este caso corren los caballitos, los grandotes y los chiquitos. (Ab.)
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