The Duke - Roger Michell (2020)


EL DUQUE, en Prime Video, es una cinta extraordinaria. No entiendo porque películas tan buenas y directas evitan el éxito. Quizá la mayor parte de la audiencia ha renunciado a usar sus sentidos para apreciar la realidad, quizá están confundidos ante el concepto: ARTE. Necesitan y aceptan una tarjeta que explica las obras expuestas en un museo, sin el texto que les asegure están frente arte se sienten descalificados para opinar. Sólo así entiendo que crean que una caja de cartón para zapatos o una montaña de dulces en el suelo son arte. Pero, volviendo a la película. Siento que los elementos que exhibe son suficientes para llamarla arte sin tener dudas. Los enumero. 1) Las actuaciones, en especial Jim Broadbent dando vida al inteligente y dulce Kempton Bunton. 2) Vestuario y peinados que junto con los escenarios y todos los objetos que aparecen nos transportan al pasado (1961). 3) El humor. La historia está salpicada de humor y buenas intenciones. No hay violencia física, ni muertes. 4) Aunque toca temas varios y se basa en un hombre real, no hay una agenda detrás. Todo sirve para contar la historia de una familia que se mete en problemas.

5) El guión que mezcla denuncia con comedia. Kempton Bunton, es posible buscarlo en Wikipedia, fue un chofer de autobús británico que confesó haber tomado el Retrato del Duque de Wellington, del pintor Francisco Goya, de la Galeria Nacional. La cinta comienza un poco antes del robo y termina con una confesión que ocurrió en 1969. Desempleo y racismo sirven de contexto para presentar al personaje. No son temas en los que la trama pretenda hacernos reflexionar o educarnos, están allí porque forman parte de las circunstancias de la época y afectan al personaje. 

Lo mismo sucede con el tema del valor del arte. Los cargos por el robo del marco y por el robo de la pintura son diferentes. El marco tiene un precio que quizá no sea motivo de controversia, pero el de la pintura se obtiene del hecho de que el gobierno compró a un coleccionista la pieza. No se habla del mérito artístico del retrato o de su importancia cultural, es valuada como una mercancía corriente. Incluso hay otro cargo por quitar la oportunidad a la gente de admirar la obra. Nada sobre el valor de la pieza, es utilizado como argumento de defensa.

Por otra parte, las teorías de la policía y lo que la TV son alocadas y tienen por objeto encubrir la negligencia de los responsables de la galería, así como las fallas de la investigación. Aunque el abogado del procesado no apunta a ellos en la estrategia de defensa. 

Un asunto curioso es que existe una contribución en el Reino Unido, un derecho que establece una cuota fija para tener la licencia de TV. Esto todavía existe y hay diferencia en la tarifa si la TV es a color o blanco y negro. En teoría el pago tiene por objeto financiar a  la BBC, y quizá por eso el protagonista de esta historia se defiende de la contribución señalando que su TV no puede recibir la señal de la empresa. Me preguntó si esa licencia tiene algún efecto sobre el consumo de TV.

Como sucede en la mayoría de los casos, la justicia es relativa porque la verdad legal se aleja de la objetiva. La policía jamás reconoce que hace malas investigaciones, lo que importa es tener un chivo expiatorio que cumpla con el ritual de impartición de justicia. En este caso, la justicia administrada, a pesar de alejarse de la verdad, se siente como un triunfo. Aunque la cinta parece terminar con el juicio, el epílogo hace una apunte importante sobre la sumisión ciudadana y la soberbia del Estado que exige silencio. (Ab.)

Si puedes confirmar que estás cinco razones bastan y sobran para considerar arte a este filme, comparte la reseña con tu padre.



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