Leo - Robert Marianetti, Robert Smigel & David Wachtenheim (2023)


LEO es UNA JOYA en Netflix. No hay superhéroes, no hay viajes en el tiempo, tampoco hay extraterrestres ni se visitan otros planetas, no hay guerra ni zombies ni se acaba el mundo. Si eso buscas, esta cinta no es para ti. Si te cae mal la voz de Adam Sandler, huye. Pero si te gustan las historias simples que utilizan los problemas cotidianos en un escenario por todos conocido, este filme te va a fascinar. Confieso que el ruido y el caos iniciales casi me desaniman pero lo superé poniendo atención. También hubo un par de musicales odiosos pero hubo otro que me gustó. La película cuenta que una iguana (Leo) y una tortuga (Squirtle), ambos entrañables, comparten un terrario en el salón de quinto grado de una primaria en Florida. La iguana y la tortuga hablan y se cuentan tonterías. Leo sueña con escapar y vivir la vida en los Everglades. Llevan allí 74 años observando el comportamiento de profesores y alumnos. Los animales tienen un doctorado en estereotipos humanos. 

Leo escucha que la vida de una iguana es de 75 años y saca cuentas. Le queda un año de vida y lo va a aprovechar al máximo. Mientras tanto, la maestra titular avisa que dejará al salón porque está embarazada. En plena clase llega el reemplazo. La suplente es de la vieja escuela, se deshace de lo electrónico y regresa a los libros. Todos están un poco asustados con la disciplina.

La maestra obliga a que alguien se lleve a la mascota a casa para que aprendan sobre la responsabilidad de cuidar a un ser vivo y la devuelvan sana y salva. Se la lleva Summer, una niña de esas que habla demasiado y aburre a sus compañeros. Pero Leo la tranquiliza, la domestica y la aconseja para que se haga popular en la escuela.

Leo tiene oportunidad de pasar tiempo con cada alumno y siempre les aconseja como mejorar su vida. Todos lo aman. Squirtle se pone celoso y decide acompañarlo y después lo sabotea. La aventura hace énfasis en que los viejos tienen mucho que compartir con los niños pero debe existir un ambiente adecuado para ello. Además los viejos encuentran gratificante la compañía de los niños y ayudarlos les brinda un propósito.

Lo sabroso de la cinta está en los detalles. Se burla de los alumnos, de los padres y sus ideas de paternidad, de los profesores, de las mascotas, del uso de tecnología, de los animales salvajes, de los insectos, de las fiestas infantiles y de las excursiones escolares. Y lo hace con un humor muy ácido.

Lo triste de esta cinta es que las escuelas de México jamás serán como las que se muestran. No hay show de talentos, no hay feria de ciencias y la cantidad de alumnos por salón supera el máximo recomendable. Ojalá llegue el día en que se estimule la creatividad de los niños. 

Por el momento, los acapulqueños tendrán que construir sus casas y levantar techos para que sus hijos vuelvan a clases, quizá así puedan tener una iguana o una tortuga como mascota y no estará encerrada en una caja de plástico. En otros lugares del país los niños aprenden a tirarse pecho tierra para esquivar balazos. La primaria intenta enseñar a leer, escribir, sumar y restar, mientras brinda lecciones de supervivencia. Pero en la película, que es muy divertida, no pasan esas cosas. (Ab.)

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