Carne y Arena - Alejandro G. Iñárritu (2017)

Carne y arena es una instalación de realidad virtual a la que es posible asistir en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco. La idea es recrear de manera casi realista la experiencia de los migrantes al cruzar el desierto para ingresar a Estados Unidos y al ser atrapados por la migra.
La experiencia consta de tres partes. La primera parte, la congeladora, recrea los sitios de detención; la segunda, el desierto, la experiencia de ser descubierto y detenido por la migra, y la última permite conocer los testimonios de los involucrados en la experiencia previa. El objetivo evidente es hacernos sentir empatía con los migrantes. La tecnología de realidad virtual resulta super interesante y el resultado es tan bueno que por instantes uno busca tocar o detener algo, olvidando que estás en un espacio vacío. 
La experiencia vale la pena aunque se trata de pocos minutos. He de decir que resulta complicado comprar lo boletos y que Tlatelolco tiene tan mala vibra que me puso más nervioso ir en viernes a las diez de la noche que la instalación. Una vez vivida la experiencia, quedan varias preguntas girando en la mente. ¿Por qué se escogieron esos testimonios de entre todos los que hay? ¿Por qué la mayor parte de los testimonios son de centroamericanos? ¿Por qué no hay explicación respecto del proceso creativo y del funcionamiento de la tecnología?
Las hipótesis no son halagadoras. Es decir, en cierto sentido me sentí decepcionado. Por una parte me da gusto que el director se haya tomado el trabajo de investigar el tema y producir la instalación para que el público del mundo conozca el vía crucis de los migrantes. Por otra parte, reconozco que no soy el público al que está dirigida esta experiencia. Viviendo en el DF, es muy difícil mantenerse alejado de la información de primera mano sobre la migración. Es decir, desde que tienes consciencia, aprendes tu nombre, tu dirección, que existe el sol, la luna, las estrellas, los Estados Unidos y los migrantes. 
Todos los mexicanos tenemos familia o conocemos a alguien  que migró. Quizá por eso la instalación termina siendo insípida. Es decir, ya sabemos bien los padeceres que enfrentan. Además los personajes escogidos parecen compartir un perfil psicológico muy particular, una cultura del esfuerzo que resulta casi ingenua. No pretendo desacreditar su experiencia, su sufrimiento o su lucha por sobrevivir, lo que digo es que resultan demasiado buenos y por tanto su selección parece artificial. Muy positivo me parece que se identifique a los mexicanos a ambos lados del problema, es decir somos migrantes y a la vez abusamos de los migrantes.
No todos los migrantes padecen los mismos escenarios, conozco de manera directa testimonios más desgarradores y otros mucho más ligeros. Lo anterior me hace pensar que el público objetivo de la instalación es gente con un nivel socioeconómico alto. Por otra parte, la ausencia de explicaciones sobre el funcionamiento de la realidad virtual me hizo sentir la experiencia incompleta.
Si piensan asistir, les advierto, será difícil comprar los boletos, no podrán escoger el horario y  deberán llevar ropa cómoda que no les importe ensuciar. Además deben llevar monedas de cinco pesos para dejar sus cosas en el casillero. Lleven toallas húmedas, saldrán con arena hasta en las cejas y van a querer limpiarse antes de volver. Felicidades al director por su proyecto, que vengan más éxitos. (Ab.)

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