Sweet Virginia - Jamie M. Dagg (2017)

Parece que el algoritmo de Netflix por fin descubrió el tipo de cintas que me gustan y ahora sugiere filmes bien armados, tensos, con aire literario, que retratan la violencia domestica de los pueblos gringos. Sweet Virginia comienza con una escena cotidiana. Tres amigos se reúnen a jugar cartas en un restaurante después del cierre. Ni siquiera han empezado a jugar cuando un extraño entra y ordena comida a pesar de que ya le dijeron que el negocio está cerrado. El desconocido se molesta, sale y regresa un minuto después para matar a los jugadores. La cinta crea una atmósfera que combina un estilo sobrio y elegante con los hechos de la nota roja de cualquier diario local. El resto del filme es descubrir por qué los mataron y quién lo ordenó. Pasada una media hora conocemos al autor intelectual y las cosas comienzan a complicarse. El filme logra una tensión que crece y crece mientras se presentan las motivaciones de los personajes y los secretos son desvelados. 

La violencia es tan realista que puedes olfatear los aromas. Existe cierta intimidad en los voces. Los personajes deberían huir y quisieran hacerlo, pero se sienten atraídos hacia los otros. Las cosas son como deben de ser, del destino nadie escapa.

El desenlace es agridulce. Aunque ninguno es inocente, algunos merecerían mejor suerte. Resulta muy complicado entender a los otros. Jamás podremos ponernos en sus zapatos, jamás sabremos todo lo necesario para entenderlos.

Nos programan para buscar una pareja y confiar en ella, pero quizá eso sea incorrecto o imposible. Por otra parte, una mala elección puede torcer nuestro destino. Cualquier detalle puede provocar una reacción inesperada. Pero creo que todos recibimos avisos de nuestra intuición.

Esta cinta es una tragedia. Aunque su desarrollo recuerda el dicho: Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes. El mensaje quizá sea: Si te caes del caballo, debes vencer el miedo y volverlo a montar. (Ab.)

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